martes, 15 de marzo de 2016

DESCARGO DE CONCIENCIA (1930-1960), PEDRO LAÍN ENTRALGO

Entre tanto, la seducción de Sevilla, tan delicada y real bajo los baratos y vulgares tópicos de muchos de sus cantores, me iba envolviendo con fuerza creciente. Sin hacer ascos a todo lo que en la ciudad era y es justamente famoso, más aún, reconociendo de muy buen grado la razón de tal fama, mi afición se inclinó pronto con especial gusto hacia lo más popular del entonces tan bien circunscrito mundo hispalense. Me encantaba pasear por las callejas próximas al convento de Santa Clara, entre la Alameda y el río, donde la simple y blanca arquitectura de las viviendas tradicionales, la verde cinta de hierba entre los adoquines y la inconsciente percepción de un silencio ambiente tan denso como claro, ponían en los senos del alma ese entrañable sosiego que nos da el puro vivir, un ir viviendo sin estorbos y sin estridencias. Durante las noches del estío, las “murgas” del Regaera o de Bernal- ¿cómo los sevillanos han dejado morir esa joyita de su existencia urbana?- me ofrecía el espectáculo de un Lope de Rueda recreado sin conocerle. Y los tranvías. Qué delicia hacer en uno de ellos el recorrido Plaza de San Francisco- Alameda de Hércules, sólo por el gusto de oír hablar entre sí a los que en ellos viajaban.


Sergiomumo

Si ille Petrus ad Herculis Populetum hodie veniret ,iudicaret quantum et quomodo hic locus sit mutatus.
Difficile dictu est coniungere illum amoenum transviariae et verborum suavium et hunc plenum iuvenium qui cupiunt res novas ,etiam senium qui senes nominari nolunt

Descargo de conciencia (1930-1960), Pedro Laín Entralgo, Barral, pág