miércoles, 15 de junio de 2016

LO QUE CUENTA ES LA ILUSIÓN, IGNACIO VIDAL-FOLCH (I)

El músico ambulante de la esquina toca la ‘Salve rociera’ en su piano mecánico. Supongo que para mi vecino andaluz oír así esta salve, que allí se canta y repite tanto, ha de ser latoso. Para mí en cambio precipita un aluvión de imágenes, recuerdos y anhelos; y me parece muy acorde con todos estos fantasmas que el piano suene tan mal, subrayando el carácter distante, remoto, de lo que evoca, y de Sevilla. Esta salve de hojalata a la que sólo le falta, para conformar una estampa folclórica y gitana, una cabra posada sobre las patas traseras en una peana circense, es una invitación al viaje que simultáneamente lo desaconseja, como el personaje que Aschenbach ve a la puerta del cementerio en las primeras páginas de ‘La muerte en Venecia’.
Le escuchas desde tu ventana. ¿Quién te impide a ti ir a Sevilla? Nadie, y sin embargo, no irás. No, ya sé yo ‘lo que significan todas las Ítacas’. En la calurosa tarde te basta la melodía en bucle del piano mecánico y su desafinada languidez.

Sergiomumo

Cum notum Carmen in viis audivisset,in suam menten memoria temporis praeteriti pervenit. Haec memoria timoris et desiderii ita plena erat ut eum traheret et repelliret .
Quare de capra in viis Hispalis loquitur? Spectacula caprarum et capreolorum undique videntur. 

Lo que cuenta es la ilusión, Destino, pág 104