jueves, 15 de marzo de 2018

LA MADEJA Y EL DO, JEAN CHRISTOPHE GARCÍA-BAQUERO

La cuestión es que al sevillano y al sureño en general, el hecho de que un extranjero busque en ellos la versión sublimada y falsa de su carácter ‘típico’, en vez de molestarle, le halaga. Sevilla fue capital económica hace siglos y esto se ha plasmado en su monumentalidad. El sevillano guarda conciencia de una cierta grandeza de antaño y tal es su ego ciudadano que ha terminado por adoptar los patrones de conducta idealizados por los extranjeros. Haciendo suyo ese llamado carácter típico del sur o gracia, que supuestamente nos da el clima, cuando no es en absoluto generalizado; además, es una respuesta esporádica, cruda y surrealista a nuestra trágica falta de medios. ‘En Sevilla se vive muy bien’ es la frase que más se puede oir. ¿Por qué? ¿Por el sol? ¿Por las tapas? ¿Crees que son razones? En Sevilla viven bien unos cuantos. El sevillano sobreactúa, se interpreta asímismo en un papel otorgado por los extranjeros que le han acariciado su megalomanía. Y el sevillano ya no actúa así sólo con los ‘guiris’ sino con sus semejantes




Cum Hispalenses (hoc pertinet ad omnes et omnes et omnia, sine dubio )  speculum adspiciunt, hoc reddit talem imaginem ab aliis creatam ut   per urbes, provincias, etiam barbaras nationes transferatur, oblita vera natura et nescientibus ipsis quare sint  portentosi. Sic dicit Licor 43 :Fama volat